martes, 16 de febrero de 2016

La "sangre" del Almirante Nelson. Viendo su foto, ¿qué miembro le faltaba?

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MUERTE EN LA BATALLA



Mediodía del 21 de octubr de 1805. En las cercanías del Cabo de Trafalgar, no lejos de Cádiz, se enfrentan en encarnizada batalla las dos flotas más poderosas del mundo, la inglesa y la combinada de Francia y España. 
Bajo la cubierta del "Victory", el buque insignia inglés, en penumbra, el camarote del almirante sólo está iluminado por un farol. Acostado en un camastro que se apoya en una de las gruesas cuadernas del navío, el almirante Nelson agoniza. Una bala, disparada desde el "Redoutable" por un fusilero le ha atravesado y se ha incrustado en la columna vertebral. Cuentan que el brillo de las medallas en la casaca del almirante le convirtieron en un blanco perfecto. 
La hemorragia interna de Lord Nelson va inundando su cuerpo y le provoca gran dolor y una intensa sed. Para aliviarle se le abanica, se le da de beber limonada. "He sentido cómo se me partía la columna...", jadea.
Acude el reverendo Scott. "Mi vida se acaba..., confío el cuidado de Lady Hamilton (su gran amor y de Horatia (la hija de ambos) a mi país... No se olvide de ir a visitar en mi nombre a Lady Hamilton y a Horatia... Encomiendo su protección a mi patria. No se olvide de esto que le digo."
El agobiante calor, provocado por el hacinamiento de muertos y heridos de la batalla, debilita cada vez más al moribundo. Nelson pide, con voz débil, en la oscuridad, agua y aire. Obsesionado repite que hagan venir a Hardy, el capítán de su buque: "¿Es que nadie me va a traer a Hardy? Es porque deben haberle matado. Seguro que está muerto."
Por fin, el capitán del "Victory" baja desde cubierta. "¿Qué tal va el día para nosotros, Hardy?" le pregunta. "Diez navíos han arriado bandera". "Ninguno de los nuestros, espero, responde Nelson. "ninguno, señor; no hay nada que temer." "Yo ya estoy casi muerto, Hardy...voy a morir dentro de muy poco...acércate...te ruego que hagas llegar a mi amada Lady Hamilton mis cabellos, y la dejo a cargo de todos mis asuntos. Doy gracias a Dios por permitirme acabar mi vida cumpliendo con mi deber, pero el dolor es tan fuerte que, devotamente, le pido al Señor que me conceda ya la muerte."
A las tres de la tarde el estruendo de los cañones casi ha cesado, y el capitán Hardy vuelve a bajar. "Catorce navíos enemigos se han rendido, señor". "Dios sea alabado, aunque yo había apostado por veinte. Lleve la flota a puerto, Hardy...llévela inmediatamente." El capitán del Victory duda. "Supongo, señor, que es el almirante Collingwood quien está ahora al mando". Nelson hace un débil esfuerzo para incorporarse en el camastro y responde airado: "¡No en tanto que yo viva, Hardy!¡Mientras yo esté con vida, soy yo quien da las órdenes!" Al instante vuelve a caer agotado, y cuando recupera el aliento apenas se le entiende. "No me tiréis por la borda, Hardy". El capitán le asegura que no hará tal cosa. "Cuide usted de Lady Hamilton...recuerde usted que encomiendo a Lady Hamilton y a Horatia a mi país...no se olvide usted jamás de Horatia." Su voz se fue apagando y después de un débil estremecimiento expiró sin un gemido.

UN CADÁVER EN VINO



Nelson ha muerto y Collingwood, ahora sí, quedó al mando de la flota, epro durante casi una semana la tempestad que azotó la costa de Cádiz fue peor que el combate. Por eso Nelson ordenó a su capitán, pese a estar agonizando que llevara la escuadra a puerto. El Victory, que había recibido 80 cañonazos en sus costados, que tenía los mástiles de la mayor y de proa destrozados, que estaba acribillado por las balas de los mosquetes y con la cubierta aún manchada de sangre, fondeó a duras penas en Gibraltar. 
El cuerpo de Lord Nelson, amortajado con unas vestiduras de algodón, y envuelto de pies a cabeza con vendas arrolladas según el método antiguo de embalsamamiento, fue conservado por el médico de a bordo sumergiéndolo en un ataúd de plomo lleno de brandy, al que ha añadido una fuerte solución de mirra alcanforada. El brandy fue sustituido, una vez llegado el navío a Gibraltar, lugar donde se pudo disponer de suficiente cantidad de vino. El ataúd de plomo fue introducido a su vez en uno de madera, y colocado en la cámara del extinto almirante. 
Aquí comenzó la leyenda en torno al cadáver del héroe militar inglés. La tradición cuenta que la frase usada entre los marinos ingleses "beber en la bodega del almirante", que hace referencia a beberse una copa clandestinamente, tiene su origen en que, cuando el ataúd relleno de alcohol de vino que contenía el cadáver de Nelson llegó a Inglaterra se encontró que el nivel del líquido había descendido notablemente, supuestamente debido a que los marineros, a escondidas, se lo habían ido bebiendo durante la travesía. De ser cierto, es de supoenr que el cuerpo no llegó en tan buenas condiciones como el cirujano que lo embalsamó había previsto. También acerca del nombre "Sangre de Nelson", usado para referirse al ron, se ha sugerido que quizás se originó debido a la equivocada idea de que el cuerpo del almirante había sido conservado sumergido en este licor. 
En ron o vino, consumido o no por los marineros, lo cierto es que Nelson partió en su último viaje a bordo del Victory rumbo a Inglaterra cuando el buque fue reparado en Gibraltar.

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